De lo ínfimo
Nada sé sino de lo ínfimo
y del murmullo de las pequeñas cosas,
las que no llegan a la palabra
como la sombra o el viento
dibujándose bajo los álamos,
en quieta reverberación.
Y nada sé, sino de ese canto
invisible, más sueño que metáfora,
del tiempo que es en el fruto
o de lo que sabe ser sol, sin alarde
del breve y del pasaje.
Y nada sé de esa grandilocuencia
de los hombres, de sus promesas
y de los gestos infieles al corazón,
de esa palabra o exceso que mata
la perfección circular del instante.
Si es vida, sangre u oro,
nada sé, nada de nada
escondido que él es
en el ínfimo y en la sombra. Oculto.
Do ínfimo
Não sei senão do ínfimo
e do murmúrio das pequenas coisas,
as que não chegam à palavra
como a sombra ou o vento
desenhando-se sob os álamos,
em quieta reverberação.
E nada sei, senão desse canto
Invisível, mais sonho que metáfora,
do tempo que é no fruto
ou do que sabe ser sol, sem alarde
do breve e da passagem.
E nada sei dessa grandiloquência
dos homens, das suas promessas
e dos gestos que traem o coração,
dessa palavra ou excesso que mata
a perfeição circular do instante.
Se é vida, sangue ou oiro,
nada sei, nada de nada
escondido que ele é
no ínfimo e na sombra. Oculto.
Savana
Se eu te pedisse a demora, pai,
de um corpo adiado, ainda,
e te contasse de novo as viagens
que fazíamos no tempo antigo
e as minhas palavras pudessem
aquecer o teu olhar, trazê-lo de novo
ao meu chão, às minhas mãos,
como as histórias que me contavas
e depois ríamos inteiros.
Se eu te pedisse a demora, pai
para recomeçar a vida, para recompor
a ruína, juntar todos os ossos
para te devolver a luz da savana
e a respiração das árvores, o inexaurível canto
da terra, do rio que havia
e do olhar bravio das gazelas
no fulvo dorso da madrugada.
Se eu te pedisse a demora, pai
para recomeçar tudo de novo,
infância e areia correndo por nós,
só a música e o segredo da savana
o fogo da tribo, a dança
e sempre o tempo
o da fala antiga
o que se anela com deuses
e com o pó.
Sabana
Si te pidiera que llegaras tarde, padre,
de un cuerpo postergado, todavía
y te volviera a contar los viajes
que hicimos en el pasado
y mis palabras pudiesen
calentar tus ojos, traerlos de nuevo
a mi suelo, a mis manos,
como las historias que me contabas
y después nos reíamos juntos.
Si te pidiera que llegaras tarde, padre,
para empezar la vida de nuevo, recomponer
la ruina, juntar todos los huesos
para devolverte la luz de la sabana
y el aliento de los árboles, el rincón inagotable
de la tierra, del río que allí había
y la mirada feroz de las gacelas
sobre el leonado horizonte de la madrugada.
Si te pidiera que llegaras tarde, padre,
para empezar todo de nuevo,
la infancia y la arena atravesándonos,
solo la música y el secreto de la sabana
el fuego de la tribu, el baile
y siempre el tiempo
del habla antigua
del que anhela los dioses
y el polvo.
La semana pasada tuve la suerte de escuchar a esta poeta recitar sus poemas en Córdoba. He seleccionado un poema, y la propia poeta me sugirió «Sabana» para el blog (obrigada, Maria). Sus poemas me encantaron y me movieron a leer más de ella y sobre ella. ¡Y qué bonito suena el portugués bien recitado! Algo que dijo me llegó hondo: «No tengo religión. Tengo la poesía». Algo así…
La poeta portuguesa Maria João Cantinho nació en Lisboa en 1963 y vivió en Angola durante su infancia. Regresó a Portugal después de la independencia del país y estudió filosofía en la universidad de Lisboa, graduándose en filosofía contemporánea. Es poeta, novelista, cuentista, ensayista y crítica literaria. Colabora regularmente con revistas de literatura y académicas. Publicó cuatro libros de poesía, dos de ficción y dos de ensayo. Con el libro Do Ínfimo ganó el Premio Gloria de Sant’Anna, en Portugal (2017), y fue finalista del Premio Telecom (Brasil) con el libro de cuentos Caligrafia da Solidão (Escrituras, 2006). Fue nominada como una de las mejores ensayistas del año (2002) por su ensayo O Anjo Melancólico. Es editora de la revista Caliban.


