Wole Soyinka (Día de los derechos humanos)

Conversación telefónica

El precio parecía razonable, el lugar
indiferente. La casera juró vivir
sin prejuicios. Nada quedaba salvo
la auto-confesión. «Madame», advertí,
«Detesto perder un viaje. Soy africano».
Silencio. Transmisión silenciada de
fingida buena educación. Voz que llega
como larga boquilla dorada y tubular, impregnada de lápiz labial.
Fui sorprendido por su vileza.
«¿Qué tan oscuro?»
… No había escuchado mal. «¿Es usted claro o
muy oscuro?»
Hedor a rancio vaho de refugio público para telefonear.
Cabina roja, buzón rojo, rojo autobús doble
aplastando el alquitrán. ¡Era real! Avergonzada
por el silencio enfermizo. Llevé al límite su
turbación para suplicar explicación.
Ella, considerada, cambió el tono.
«¿Es usted oscuro? ¿o muy claro?», advino la revelación.
«Quiere usted decir: ¿como chocolate puro, o con leche?»
Su asentimiento fue clínico, rayando en la frialdad de la luz.
Rápidamente, una vez ajustada la longitud de onda,
escogí sepia oeste-africano tras reflexionar, dije:
«Lo certifica mi pasaporte». Silencio para un espectroscópico
vuelo de ilusión, hasta que el acento de su sinceridad retumbó
con fuerza en la bocina. «¿Cómo es eso?» dijo condescendiente.
«No sé lo que es». «No del todo».
Facialmente, soy moreno, pero madame, debería ver usted
el resto de mí. Las palmas de mis manos, las plantas de mis pies
son de un rubio oxigenado. La fricción lo ha causado
(torpemente, Madame) por sentarme, mi trasero se ha tornado
negro cuervo… ¡Un momento, Madame! Sintiendo
su auricular elevarse al sonido del trueno.
En cuanto a mis orejas. «Madame», sugerí,
«¿no preferiría verlas usted misma?».

Ayer fue el Día Internacional de los Derechos Humanos y lo recuerdo con un poema del Nobel Wole Soyinka, que visitó recientemente esta ciudad y al que pude escuchar en los Diálogos de Cosmopoética.

Wole Soyinka (Abeokuta, Nigeria, 1934) cuyo nombre real es Akinwande Oluwole Soyinka, fue el primer africano y el primer escritor de raza negra en ganar el premio Nobel de Literatura, en 1986. Es autor de novelas, teatro y poesía, y activista político dos veces encarcelado por sus críticas al gobierno nigeriano.
Durante su cautiverio, aislado durante casi dos años, escribió sus memorias y parte de su poesía en papel higiénico, envueltas de tabaco y hojas de libros; ha declarado en muchas ocasiones que la escritura le salvó la vida y la cordura durante aquellos tiempos terribles.

Los derechos humanos son mi religión.