PIEL DE FUMAR
Si Cristo hubiese sabido bailar un tango en las inmediaciones de su sangre,
no existirian ahora sacerdotes sin alma robando el sexo infantil de nuestros hijos.
No recuerdo si yo también caí de hinojos ante uno de aquellos monstruos.
Si llegué a casa con el pantalón repleto de orín,
si mis manos guardaban el secreto sucio de los hombres
y por ese motivo no pude llevarle flores a la madre.
No estoy seguro de si la madre creyó mi historia
cuando le conté entre lágrimas que el Padre Felipe se había bebido mi pene.
«¿Beber?» —repitió la madre.
«Del verbo chupar la inocencia /
ingerir el pecado /
condenarme al placer de la ceniza».
No recuerdo si la madre volvió a hablar más del asunto,
si cambió de peinado frente a la bendición del agua,
si decidió que estaba demasiado crecido para creer en Dios
y ordenó mi entrada inmediata en los pliegues de un acordeón.

Escritora y directora teatral. Actualmente reside en Huesca. A lo largo de su trayectoria como poeta ha obtenido varios galardones y reconocimientos, como el XXVII Premio Nacional de Poesía Poeta Mario López (2019) de Bujalance (Córdoba), el XVII Premio de Poesía Vicente Núñez de la Diputación de Córdoba (2017), XLVIII Premio Ciudad de Alcalá de Poesía (2017), 42é Premi Vila de Martorell de poesía en castellano (2017), Premio Internacional de Poesía Ciudad de Las Palmas de Gran Canaria (2013), o el Premio Internacional de Poesía Miguel Labordeta del Gobierno de Aragón (2011), entre otros.
Además de obras de narrativa, ha publicado varios poemarios entre los que destacan Desmemoria (Gobierno de Aragón, 2012); Asno Mundo (Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria,2014); Monopolios (Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2014); España toda (Hiperión, 2018); Las niñas cojas (Ediciones en Huida, 2019); El sueño de la Iguana (Utopía Libros, 2020) y Siempre es demasiado tarde para no cantar (Bajamar editores, 2020).
[Tomado de su libro #Medeahavuelto]