TU BOCA
Yo hacía una divina labor, sobre la roca
Creciente del Orgullo. De la vida lejana,
Algún pétalo vívido me voló en la mañana,
Algún beso en la noche. Tenaz como una loca,
Seguía mi divina labor sobre la roca.
Cuando tu voz que funde como sacra campana
En la nota celeste la vibración humana,
Tendió su lazo de oro al borde de tu boca;
—¡Maravilloso nido del vértigo, tu boca!
Dos pétalos de rosa abrochando un abismo…—
Labor, labor de gloria, dolorosa y liviana;
¡Tela donde mi espiritu se fue tramando el mismo!
Tú quedas en la testa soberbia de la roca,
Y yo caigo, sin fin, en el sangriento abismo!
(De Los cálices vacíos, 1913)

La más destacada poetisa adscrita al Modernismo formó parte de la llamada «generación de 1900», a la que también perteneció Rubén Darío, y a quien consideraba su maestro y con quien mantuvo correspondencia tras conocerlo en Montevideo en 1912. El poeta nicaragüense declaró estar vivamente impresionado por la lírica de Agustini. Su poesía logró expresar el erotismo femenino con imágenes bellas y originales y un hondo deseo de libertad. Hija de padre uruguayo y madre argentina, perteneció a una familia acomodada, descendiente de alemanes, franceses y porteños.
Su vocación poética escandalizó a la burguesa sociedad rioplatense. Casada en 1913 con Enrique Job Reyes, lo abandonó mes y medio después por desavenencias conyugales y se divorció en 1914. Ese mismo año murió asesinada a manos de su exmarido, quien posteriormente se suicidó.
Entre sus libros publicados están El libro blanco (1907), Cantos de la mañana (1910) y Los cálices vacíos (1913).