Ángela Figuera Aymerich

NO QUIERO

No quiero que los besos se paguen

ni la sangre se venda ni se compre la brisa
ni se alquile el aliento.

No quiero
que el trigo se queme y el pan se estime.

No quiero que haya frío en las casas,

que haya miedo en las calles,
que haya rabia en los ojos.

No quiero

que en los labios se encierren mentiras,

que en las arcas se encierren millones,
que en la cárcel se encierre a los buenos.

No quiero

que el labriego trabaje sin agua,

que el marino navegue sin brújula,

que en la fábrica no haya azucenas,

que en la mina no vean la aurora,
que en la escuela no ría el maestro.

No quiero

que las madres no tengan perfumes,

que las mozas no tengan amores,

que los padres no tengan tabaco,

que a los niños le pongan los Reyes
camisetas de punto y cuadernos.

No quiero

que la tierra se parta en porciones,

que en el mar se establezcan dominios,

que en el aire se agiten banderas,
que en los trajes se pongan señales.

No quiero

que mi hijo desfile,

que los hijos de madre desfilen

con fusil y con muerte en el hombro;

que jamás se disparen fusiles,
que jamás se fabriquen fusiles.

No quiero

que me manden Fulano y Mengano,

que me fisgue el vecino de enfrente,

que me pongan carteles y sellos,
que decreten lo que es poesía.

No quiero

amar en secreto,

llorar en secreto,
cantar en secreto.

Era la hija mayor de una familia numerosa. Comienza sus estudios de Filosofía y Letras en Valladolid y los finaliza en Madrid cuando se traslada alli con su familia en 1930. En 1932 se casa con Julio Figueroa y es destinada al Instituto de Huelva. En 1933 obtendrá una plaza como catedrática de instituto. Su primer hijo muere al nacer en 1935. Tras el golpe militar contra la República su marido se alista con las milicias republicanas. Su segundo hijo nace durante la Guerra Civil. Por sus afinidades con la República, pierde el trabajo y el título universitario. Vuelve a Madrid y desde 1952 trabajará en la Biblioteca Nacional. Junto con Blas de Otero y Gabriel Celaya forma parte del llamado Triunvirato Vasco de la poesía de post-guerra. Con el libro Belleza cruel ganó el Premio de Poesía Nueva España, impulsado por la Unión de Intelectuales en el exilio, y León Felipe le hace un prólogo. Escribió también poesía infantil: Cuentos tontos para
niños listos
(1979) y Canciones para todo el año (1984). Entre sus libros de poesía publicados se encuentran Mujer de barro (1948), Soria pura (1949) y Vencida por el ángel (1950).

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