Dicen que es una tropa de jinetes,
o una escuadra de infantes,
o una flota lo más bello
en la tierra a lo que hay que cantar.
Pero yo digo que es la persona amada.
Si te miro, mi voz no me obedece, mi lengua queda rota, un suave
fuego corre bajo mi piel, nada veo con mis ojos, me zumban los oídos, brota de
mí un sudor, un temblor se apodera de mí toda, pálida cual la hierba me quedo y
a punto de morir me veo a mí misma.
El amor, Eros, otra vez, el que afloja los miembros,
embriagador me arrastra,
dulce y amarga, invencible serpiente.
(Afrodita) Ven junto a mí también ahora, y líbrame de mis amargas
penas, y lo que mi alma anhela que se cumpla,
haz que se cumpla, y tú misma
en esta guerra sé mi aliada.
Eros ha sacudido mis entrañas,
como el viento que en el monte sobre las encinas se abate.
Llegaste e hiciste bien, te estaba yo buscando a ti, que has refrescado mi corazón que ardía de deseo.

Safo fue la única mujer que los antiguos griegos incluyeron entre los grandes poetas de su civilización y Platón la consideró a la par con las musas de la mitología. Soprendentemente se sabe muy poco de Safo de Mitilene, considerada la mejor poetisa de la Grecia antigua.
Safo de Lesbos (c. 620-570 a. C.) fue una poeta lírica cuya obra fue tan popular en la antigua Grecia que fue honrada en estatuas, monedas y cerámica siglos después de su muerte. Quedan pocos restos de su obra, y estos fragmentos sugieren que era homosexual. Su nombre inspiró los términos «sáfico» y «lesbiana», que hacen referencia a las relaciones femeninas entre personas del mismo sexo.
Es posible que no fuera gay y que la Safo que aparece en sus obras dirigiéndose a una amante no identificada sea un personaje ficticio. Sin embargo, no parece muy probable, ya que los escritores antiguos que tenían acceso a una mayor cantidad de obras de la autora que las que sobreviven hoy, alababan su poesía pero la criticaban por comportarse como una «mujer masculina». Se sabe muy poco de su vida y de los nueve volúmenes de su obra, muy leídos en la antigüedad, de los que solo se conservan 650 líneas. Lo que se sabe de ella procede de tres fuentes:
- la Suda (siglo X d. C.);
- referencias de escritores antiguos;
- su poesía.
Las historias posteriores afirman que la iglesia medieval destruyó sus obras a propósito para suprimir la poesía amorosa lésbica, y aunque hay pruebas de que el Papa Gregorio VII ordenó quemar sus obras hacia el año 1073, mucho antes de esa fecha muchas se habían perdido simplemente por no haber sido traducidas y copiadas. Safo escribió en el dialecto griego eólico, que era difícil de traducir para los escritores latinos, muy versados en el griego ático y homérico. Eran conscientes de que había existido una poeta muy alabada por las obras de otros y conservaron los poemas de Safo que otros habían copiado, pero no tradujeron los otros simplemente porque no conocían su dialecto.